En la reminiscencia de este tiempo sin tiempo
de andares en solitario, se inundó mi piel de deseos
te busqué, si te busqué, como quien pierde los sueños
y apareciste de pronto, como sacada de un cuento.
para llenar mis espacios, para soñar de nuevo.
Sonrisas...
Sonrisas son tus manos que recorren mi piel con descaro,
es un beso al descuido que hace temblar mis labios,
es el sabor de tu cuello a la vez dulce y salado,
son las chispas delirantes de tus ojos achinados
que dibuja las sonrisas de tus labios y mis labios.
Ausencia y presencia...
Sin estar junto a mi ya estabas conmigo
extrañaba sin tenerte, sin buscarte y sin saberte
tu delgado cuerpo sobre mi piel desnuda,
sintió tu llegada mi intimidad muda
una cálida sombra arropó mi temblorosa carne,
me hizo desearte, con el húmedo torrente
brotando de mi sexo enajenado.
Mis manos o tus manos..
Juegan a hacer nudos entre mi cuerpo y tu cuerpo
se pierde juguetona en la concavidad de tu sexo,
más con la precisión de una brújula,
se acoplan en el punto exacto donde convergen
la locura y el huracán del placer completo.
Así, perdidas entre gemidos y besos,
bocas, manos, cuerpos y ojos que miran con deseo,
así te encontré un día, después de desearte tanto.
La noche...
Llega la noche y me guardo tu última sonrisa
desprendida del color del ocaso
llega la noche paso a paso
Oscura, solitaria, colmada de deseos,
cuando la carne tiembla, cuando se apaga la flama
y la penumbra devela las carencias
la piel te reclama y cada poro te ansía
las manos poseídas por tus manos cobran vida
y se pierden en el vértice sagrado de mi cuerpo
eres tú, en la diafanidad del tiempo
que me abrazas y me acunas y me anegas por completo
y aunque me arriesgo y me entrego,
me doblegas y me dejo incinerar con tu fuego...