Y que fue de aquellas tantas letras cargadas de sueños...? acaso volaron los sueños al exilio?
Y la luz del sol que forzaba la entrada por la pequeña hendija de la ventana cerrada, ganó la batalla, los sueños solo se hacían realidad cruzando el océano entero por encima de las nubes, iban y venían con las valijas repletas de ilusiones, de rostros, de risas, de arte, de sonidos y sabores, de colores, de fríos y calores comprados en mercados exóticos, moneda universal, la sonrisa.
Los que ayer fueron sueños abren sus alas de libertad y se posan con deleite en los rostros del mundo, plasmando la languidez del ocaso diario en la mirada serena, en la espera prolongada y en el caminar sin prisa.
Habiendo superado obstáculos, sin desandar caminos, llevando siempre la esperanza para arropar la añoranza de las caras melancólicas que cruzan los senderos y se encuentran de frente con caravanas de alegrías, con calma, los veo pasar y me recuesto a un lado del camino a soplar burbujas como quien sopla dientes de león y ve volar a las diminutas brujas que se escapan en sus escobillas, también diminutas, llevándose consigo todos los deseos que desde niña he pedido, finalmente los hacen realidad.
Allí estaba la mirada eterna acomodándose perfectamente en mi rostro, rebosante de satisfacción y calma, siguiendo al sol que se oculta con un movimiento imperceptible, el mismo sol que le dio luz y calor al otro lado de mundo, allí estaba esa mirada eterna, ansiosa por una nueva luna, que no era nueva porque venía de adornar el otro lado del mundo.
Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir siempre hacia adelante, la vida es en realidad una calle de sentido único por donde la humanidad entera debería transitar.
