El éxito...
cosa extraña, que aunque se esté teniendo, siempre se está esperando, podemos sentir que todo está bien pero que puede ser siempre mejor, avanzamos, evolucionamos, mientras podemos sentir la calidez y la humedad en la planta de los pies porque tenemos los pies sobre la tierra, no obstante, nos negamos a hacer historia y de vez en cuando nos gusta echar una miradita al pasado, queremos saber que fue de aquellas luchas comunes de aquellos contrincantes que hoy ya no representan la lucha. de aquellos que nos hicieron fuertes, aquellos que sacaron lo mejor y lo peor de nosotros, aquellos a los que antes deseamos empujar para forzarlos a caer, porque dejan el mismo rastro los que amamos con entrega y dedicación que los que nos hicieron la lucha y nos hicieron las cosas más difíciles, a esas personas, hoy con el rencor desvanecido totalmente podríamos tenderles una mano para ayudarlos a avanzar, hoy sin rencor ni sentimientos que envilecen el alma, se podría decir que en cierto modo, los extrañamos, tal vez porque sentimos la necesidad de reconciliarnos con esa parte de la historia que causó tanto daño a ambas partes, o tal vez porque chocamos al tener intereses comunes, porque en el fondo son iguales a nosotros.
Continuamos la avanzada pero miramos con el rabillo del ojo lo que vamos dejando atrás, no sin detenernos a pensar si realmente valió la pena la contienda, si a la final todos perdimos y a la vez todos fuimos ganadores de grandes experiencia, madurez y crecimiento. tal vez debamos continuar el camino con una carga de sentimientos encontrados, con en temor de ser espectadores y solo observar en las vidrieras la vida que probablemente deseamos para nosotras mismas, pero el éxito no se puede fomentar en base al daño que le hagamos a otras personas, el éxito es un camino, no un destino.
Hoy, abro mi corazón y mi entendimiento para reconciliarme con mi pasado, y poder disfrutar plenamente de mis éxitos presentes y futuros, hoy abro mi corazón y mi entendimiento para escuchar a quienes antes me negué a escuchar. Hoy la sensatez me acompaña y me hace una mejor persona capaz de escuchar, razonar, discernir sin juzgar.
Si nos atrevemos a tocar la puerta lo peor que puede suceder es que no haya quien abra, pero siempre habrá tiempo para esperar. aun así sabemos que vale la pena esperar para ver lo que hay detrás de ella.