yo,
parada frente a mi espejo
que muestra un poco de piel gastada,
algunos los surcos del tiempo
con cansancio en la mirada,
con algunos cabellos blancos
esparcidos en la almohada,
pero con alma de niña
asomada en la ventana,
que le enternece la vida
y el tejer de las arañas,
y con los pies descalzos
siente cada pisada,
a veces muy ruidosa,
a veces muy callada,
respiro con cada poro,
el aire de las mañanas
aun coloreo sueños
de mariposas en la panza,
y camino de puntitas
y me río a carcajadas
me gusta brincar muy alto,
como si me nacieran alas
y me devoro los cuentos,
esos de princesas y hadas,
el algodón de azúcar
y el caramelo en las manzanas
y hasta me entrego a los sueños,
sobre sábanas floreadas.
Como no gastar el tiempo
reescribiendo esta mirada,
coqueteándole al momento
de sentirme enamorada,
de convertir mis espacios
en sonrisas conjugadas,
de hacer mio un calor ajeno
que entibie mi piel gastada.
Y como no contar del tiempo
que transcurre en mi mirada,
si los sueños tengo en calma,
repletas las madrugadas,
como el crujir de hojas secas
de los otoños del alma.
Al despertar por las mañanas,
escondo mis sueños
debajo de la almohada,
o se perderán volando
sobre criaturas aladas.
Como no amar este reflejo
el estuche de mi alma,
lo que me muestra el espejo
a través de mis ventanas.