
Y es así que cualquier mañana, quizás esta misma, una se despierta con la misma sensación que tiene desde hace días...
tantos que incluso debe empezar a valorar la verosimilitud de que alguien, en su alrededor, haya escogido enfilar el camino del silencio y se esté yendo de puntillas...
¡Sí!, los caminos del silencio son infinitos...
¡Sí!, los caminos del silencio son infinitos...
casi nunca llevan a parte alguna pero acaban marcando nuestras vidas con un invisible sello que, en realidad, nadie desea...
y nadie olvida...
Los silencios del ayer acaban convirtiéndose en gritos...
en palabras que pronuncia la mirada...
en cartas no enviadas pero cuya respuesta recibimos...
en viciosos círculos de "tenía tantas cosas que decirte, que jamás te dije"...
Por eso el mañana de los silencios se llama lejanía...
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