
Más se pierde la princesa,
en el rastro que dibuja
acunando mil senderos,
en el cuenco de sus manos.
Le dibuja el horizonte
a la verticalidad del tiempo
y su máscara se cae,
junto a sus pies descalzos.
y se pinta de celeste
los que fueron verdes campos.
La princesa ríe y canta
provoca bostezos rancios
más se confunden con rezos
las rimas mal coloreadas
de prosas descabelladas
de mareas aquietadas.
Y en el remanso de las horas
dentro de un reloj sin tiempo
refleja un millón de historias
como sacadas de un cuento.
Ríe la princesa dulce
como campana de viento,
lleva en su pecho la sombra
de un vendaval con truenos.
El tiempo pasa silente
dejando en su rostro surcos
mientras reposa el arlequín
su cabeza en otro cojín
y poco a poco se pierde
en otro cuento sin fin...
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