
La mayoría de la gente ni se da cuenta de esta pérdida, pero otras sí, para éstas últimas, el reconocimiento de la pérdida puede ser deprimente, y/o puede ser el inicio de un viaje de crecimiento. A veces tenemos visiones breves de la luz que nos estimula a seguir en su búsqueda. Y buscamos pero sin saber el qué, unos buscan en el poder y acaparar, otros en las drogas, otros en la religión, pero seguimos amargados y atacando al mundo por habernos quitado algo precioso que teníamos, aunque no sepamos bien lo que hemos perdido. Frecuentemente estamos resentidos y atacamos a aquellos que nos parece que tienen la luz, porque ellos nos recuerdan nuestro vacío. En definitiva, buscamos afuera algo que intuimos que hemos perdido, que no sabemos que es y como no lo encontramos nos frustramos, nos amargamos y nos volvemos agresivos hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Pero podemos buscar la luz dentro de nosotros. El primer requisito es aceptar que hay algo precioso que encontrar dentro de uno y no dejarse influir por la sociedad que nos bombardea con mensajes contradictorios, diciéndonos a cada instante que la felicidad está en poseer el máximo posible de bienes materiales que nos haga la vida más cómoda. La sociedad nos engaña, porque si eso fuese así, cada vez seríamos más felices, pero esto no ocurre y cada día vemos más personas infelices, desilusionadas y frustradas.
Esta historia ilustra todo lo dicho anteriormente: En cierta ocasión se reunieron todos los Dioses y decidieron crear al hombre y la mujer; planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo: -esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, pero, ¿qué les quitamos?
Después de mucho pensar uno de ellos dijo: -¡ya se!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser donde esconderla para que no la encuentren jamás. -Vamos a esconderla en la cima del monte mas alto del mundo, dijo el segundo; a lo que inmediatamente repuso otro: -no, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está. Luego propuso otro: -entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, y otro contesto: -no, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien va construir una esquina por la que pueda entrar y bajar y entonces la encontrará. Uno más dijo: -escondámosla en un planeta lejano a la Tierra. Y le dijeron: -No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la van a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.
El último de ellos, era un Dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: -creo saber a donde ponerla para que realmente nunca la encuentren, todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: -¿dónde? -La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontraran. Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
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