Calles que se abren sugerentes a nuestros pasos, calles sombrías, inóspitas, insensibles a las llagas de nuestros pies, calles que nos abrazan, que susurran nuestros nombres, invitándonos a quedarnos para siempre, en el abrazo de su hospitalidad.
Encuentras tantas calles, tantos caminantes dispuestos a recorrerlas, solo el tiempo consigue hacernos sentir en el laberinto de su tic-tac ensordecedor, la premura de la elección constante, de la que dependerá que caminemos en círculo sobre nuestros rutinarios pasos o avancemos como aventureros en el arriesgado viaje de nuestra vida, descubriendo un nuevo paisaje cada día.
Sí, allí estás plantada ante un cruce de caminos. La mayoría iremos por el sendero que parece más recto y más iluminado, tú marcharás sola hacia un camino desconocido. No temas, sabes que acudiremos al más mínimo grito.
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