Muslo suave, nos besamos,
esta mano que me moja frágil
es como la mía y ella goza igual que yo.
Escondidas nos gustamos
en la punta de los senos,
nadie sabe que la yema de mi dedo
hace círculos lascivos en los labios de su boca.
Sé muy bien cuando la toco
que disfruta como yo cuando me toca,
¿quién ha roto los cristales?
¿qué criterio amenaza con vedarnos
esta confusión de piernas
que aventuran largos viajes
sin salirse de la alfombra?
Otra cosa ya no importa
que no sea más placer de cada una
que a su vez es más placer para la otra.
Nos marea la proeza
de ignorar quien toca a quién cuando se toca,
nadie sabe que la gloria siempre ofende a los normales,
que los cuerpos se desmayan como hojas vespertinas
del otoño que en las noches más sensuales
nadie muerde tantas fresas y el delito forma parte del sabor y de las rosas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario