
Y un pequeño silencio partió la mirada en dos, un temblor se inicio en la carne trémula de los labios e invadió el cuerpo y el sonido de campanas de júbilo viajó rápidamente desde lugares lejanos, un sentimiento extraño invadió su pecho que parecía que estallaría en cualquier momento, un incontenible deseo de gritar se apoderaba de su garganta, pero la emoción la enmudeció por completo, las carcajadas hacían rima en su interior, ella no pronunció palabras, el sol durmió esa noche entre sus piernas. Sus labios se quemaron en la miel del sol, recorrieron con avidez su cuerpo incandescente, y se perdieron en el halo caliente de su fuego. Ella tiene su sol de medianoche...
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