A los amores prohibidos, a los no convencionales, a los amores que se vuelven murmullos entre los que se creen perfectos... a los amores que no conocen fronteras, a los que se les opone el mundo y a los que no admiten un no por respuesta...
A todos ellos les invito a explorar los rincones de mi baúl...

18 dic 2010

La gran obra de mi vida...

Subí un día al escenario de la vida, dancé con movimientos suaves para desnudar mi alma y terminé desnudando hasta mi cuerpo, dibujé mis sueños con millón de palabras entre líneas que día a día se fueron borrando en páginas gastadas, le escribí al amor, a ese amor tan ciego como el mal que toca por igual a los corazones buenos o malos, me abrigué en las alas de un cupido también ciego que no distingue a bueno ni malos cuando se trata de lastimar, dancé y dancé sobre riel y cuerdas flojas en honor a la vida sin menospreciar las risas que me regaló, que fueron tantas como las lágrimas que brotaron de mis ojos, regalé el mismo amor a manos llenas, amor de madre, amor de amiga, amor de amante, pero el amor es solo un niño de cara sucia y ojos tiernos.
Hoy, cuando la puesta en escena ha terminado, cuando el telón ha caído, cuando los aplausos ha cesado, cuando las luces se han encendido, cuando los espectadores se han convertido en tan solo un murmullo de pasos lejanos, miro a mi alrededor y solo hay un gran vacío plagado de restos como si un gran vendaval hubiese arrastrado todos mis momentos de gloria, nadie se devolvió a preguntar sobre mi...
Escuche entre sombras las risas burlonas de alguien que se nutre de las migajas y destrozos que los otros dejaron, cual bufón mal maquillado, triunfante, danzando sobre las ruinas, suelta su carcajada siniestra y se muestra lista y ansiosa para recoger con su lengua las migajas del suelo. 
Mi obra ha concluido, hago una reverencia a la vida, productora de mi más importante entrega y me retiro dignamente del escenario, para que las ratas puedan darse su gran banquete.
Harta del mismo monólogo inútil, me retiro a seguir haciéndole cosquillas a la vida, y abriré cada vez más grandes mis ojos para no perder la capacidad de asombro ante las pequeñas maravillas, mientras me preparo para el siguiente papel que la señora vida está preparando para mí.

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