Cualquier lugar alejado de los ojos intrusos, es un refugio para nuestras caricias tímidas, nuestras manos caminaron rumbo a la libertad, nos sentamos frente a frente, te miro, me sonríes, susurro con mis labios que apenas se mueven un te amo, mas mis ojos gritan locamente, te deseo. El mesero se acerca, yo le pido tus labios frescos para mi almuerzo, tú ordenas mis senos en salsa de queso, en nuestras mentes el pedido perfecto.
Luego a solas, en nuestra mesa, empieza la danza del amor, tus dedos delicados bailan sobre la palma de mi mano, los dedos de tus pies, inician la carrera por los senderos de mis piernas, mientras tus ojos se pierden en los míos. Una sonrisa picara se nos escapa y un beso en el aire es la señal de nuestra complicidad.
Nuestra isla prohibida poco a poco se atesta de ojos curiosos, sin vergüenza alguna proseguimos nuestro juego. Siempre será excitante, compartir la mesa con tu presencia.
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