Desnuda y adherida a tu desnudez.
Mis pechos como hielos recién cortados,
en la cascada de tu pecho.
Mis hombros abiertos bajo tus hombros.
Y tú, flotante en mi desnudez.
Alzaré los brazos y sostendré tu aire.
Podrás ceñirte a mi sueño porque el cielo descansará en mi frente. Afluentes de tus ríos serán mis ríos. Navegaremos juntas, tú serás mi vela y yo te llevaré por mares escondidos.
¡Qué suprema efusión de geografías!
Tus manos sobre mis manos.
Tus ojos, aves de mi árbol,
en la yerba de mi cabeza.
Martha Arango
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