A los amores prohibidos, a los no convencionales, a los amores que se vuelven murmullos entre los que se creen perfectos... a los amores que no conocen fronteras, a los que se les opone el mundo y a los que no admiten un no por respuesta...
A todos ellos les invito a explorar los rincones de mi baúl...

26 oct 2007

Monólogo danzante


Ella sonríe y se mueve al ritmo de la música. Ella tiene un rostro angelical y característico, pero también es diferente. Ella no está en una pista de baile, no está acompañada y no mira a nadie. Sonríe a su reflejo en la luna y susurra levemente la canción que la ilumina, la vibración que la invade.
Ella parece una aparición. Una princesa sacada de otro lugar, una conspiración del tiempo y el espacio para ponerla justo donde la geometría de la mente de los observadores no permite un alma en movimiento, porque se supone que todo guarda un orden, pero ella lo desarma, hermosamente.
Pero ella es real. Vino junto a mi y siguió cantando. Pasó frente a todos y siguió bailando. Pero no miraba a nadie. Era ella con ella misma. Bailaba al ritmo de su sangre y sus sensaciones. No para que la miren, sino para mirarse y descubrirse ante los ojos de su mente.
Al verla a ella recordé un paraje en mi memoria, alguna de esas noches sin retorno, sin tiempo, sin espacio, en las que me encontré bailando sola frente al espejo de una sala de baile. La música ingresaba por mi piel y me movía. Fluía el elixir de mi alma y entonces viajaba a través de esos puntos insondables, de los colores a mi alrededor y de mi música interna-externa.
Las demás no saben qué es eso. ‘¿Estabas drogada?’ - me preguntaron sarcástica y burlonamente. Sonreí continuando la broma y no respondí. Ellas sólo conocen esa droga concreta, en forma de hojas y pastillas ilegales, esa que se vende y se esconde, por la que algunos viven …. y matan. Pero no conocen la droga de estar sólo con uno mismo por primera vez, de sentir todas y cada una de las células del cuerpo, de desencajarse del mundo de vez en cuando y fluir libremente en el tiempo-espacio para reencontrarse. Para eso no es necesario ningún alucinógeno, tan solo escuchar el silencio y sentir los latidos del cuerpo y el hervor de la propia sangre.
Ellas viven parametradas, como todos nosotros, y no se atreven a salir del tablero de ajedrez o a moverse en zig-zag desafiando las reglas… ‘Eres una loca-me dicen. ¿Es que acaso no son ellas las que están quemando sus momentos en movimientos estereotipados para complacer a las siluetas de barro que las miran? Y siento un hilo plateado de pena por ellas. No saben lo que se pierden…!!
Ella bailaba sola las demás se reían. ¿Acaso alguno recordará mañana el incidente gracioso sin importancia de aquel monólogo danzante? Probablemente no.
Sin embargo Ella alineó su ser y se transformó en música perpetua al ritmo de su corazón.

No hay comentarios.: