
creí que al cantar volvería a la vida su cuerpo inerte,
sentí que al volar llegaría a ver los duendes.
Y aquí estamos, nubes insondables del pasado,
extrañas cicatrices que van formando candados,
conciertos ancestrales que se van silenciando,
el fuego interno ya no me está sofocando.
No soy perfecta, no intento serlo...
lo único que quiero es ver a través de los ojos el cielo,
nadar entre pensamientos de color caramelo,
y volver a sentir esa fragancia que me extasiaba...
ese aroma que aún recuerdo y me embriaga.
Coincidimos en esta frágil y corta vida,
así que hay que saborear cada instante, cada risa,
y aunque sea amargo, aprender de las caídas...
Escucha: no soy prefecta, pero no tengo miedo...
sólo soy yo con mi alma, mi corazón, mi voz y el viento.
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