
Ser invisible no es un privilegio, es pasar por la vida observando, es mirarse al espejo y ver la nada al otro lado, es olvidarse de tocar, de sentir, de mirar, es ser tu propio fantasma, es gritar para esconder tu miedo tras el ruido de las palabras, es cambiar el ser por existir, es no encontrarte, es perderse en la ausencia, sin apenas espacio, encogiendo las piernas, arrugando el alma.
Igual mientras me lees, te sabes, te sientes una de ellas, invisible, sola, distante, sin esperanza, por que lo que no se ve no existe, pero aunque mi reserva se agota conozco la fe, la fe es lo que nos permite creer en algo sin necesidad de verificar científicamente su existencia y yo te tengo fe, solo necesito quitar la bruma que dejó el vapor de tu aliento tibio y que ha cubierto ese espejo de mi ser en el que me reflejo, reencontrarme y mirarme de nuevo, en realidad ahora miro el espacio vacio y solo veo dos sillas, yo ya no estoy ahí, sino podrías verme, tú tampoco o yo podría verte.
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