Hoy mientras escribía esta historía de amor, me preguntaba si no es surrealista escribir acerca del amor, aunque sea un relato, en un mundo donde parece predominar el odío en todas sus manifestaciones. He optado por continuar con el relato, porque yo necesito experimentar el amor, leerlo, escribirlo, sentirlo, transmitirlo, es como un oasis en mi mundo que intento extrapolar en forma de pequeña partícula a otros mundos.
Los pasos cada vez sonaban más cercanos o quizás era su corazón que a cada nuevo latido, lo hacía de forma más intensa, a la par que su ritmo se aceleraba..De repente todos los sonidos cesaron y sólo quedó el eco del silencio..... y una sombra que en la penumbra empezaba a adoptar formas extrañas, yo sabía que sólo podía ser la sombra de alguien que conocía muy bien. Sólo ella podía saber de ese lugar........pero la intensidad de ese momento dotaba a la sombra de vida propia, de color, de lenguaje, de un lenguaje que solo compartían dos personas, era su idioma, el idioma del amor, de amor de otro tiempo, pero amor al fin y al cabo......El agua empezó a caer de forma intensa, la luna en unos instantes quedó oculta tras las nubes, el sonido del río quedó ocultó también bajo el estruendo de los truenos.....y allí pese a la poca visibilidad, frente a frente, dos mundos, que una vez compartieron el mismo espacio, y que ahora luchaban por repartirlo. Ella, no se resistía a perderla, ella sabía que la historia de su amor la escribió un poeta, aquel cantante de esos que improvisan la letra con una música común, había visto la belleza que ocultaban sus almas al besarse, y al percibir la sonrisa en mis labios, había adivinado su amor, oculta, tímida e indecisa para otras.....pero latente, visible, desvergonzada y decidida para ella, y lo había pregonado a modo de canción. Al fin y no sin esfuerzo la luna salió de su escondite y su luz fue a chocar con la mirada de ambas, el empuje hizo que nuestras miradas se tambalearan, me sostuvo unos segundos entre sus brazos, para evitar que yo cayera, yo cerré mi paraguas, lo tiré lejos y ambas empezamos a danzar dejando nuestros cuerpos se empaparan bajo la lluvia. Ese agua lavaría el triste recuerdo, la resistencia a volverlo a intentar y al ritmo de nuestra danza frenética, una sola palabra danzaba de un corazón al otro sin saber en cual quedarse, hasta que exhaustos y al abrigo de un fuego chispeante, los sintió tan cerca, que decidió dejar sus letras en cada uno de ellos, habíamos vuelto a unir nuestros mundos.
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