A los amores prohibidos, a los no convencionales, a los amores que se vuelven murmullos entre los que se creen perfectos... a los amores que no conocen fronteras, a los que se les opone el mundo y a los que no admiten un no por respuesta...
A todos ellos les invito a explorar los rincones de mi baúl...

23 ago 2007

Somos lo que pensamos...

Uno de los hábitos más enraizados en la mayoría de los seres humanos es el de "vivir esperando". Esta actitud cómoda en la vida nos lleva a elegir siempre el camino más fácil, a optar por el mínimo esfuerzo y muchas veces a culpar a otros por las dificultades que estamos viviendo. Por ejemplo, espero que Dios o algún gobernante solucione mis problemas económicos (el dinero no me alcanza, el gobierno y sus sistemas son responsables) o de convivencia (yo no soy la culpable de que los demás me acepten tal como soy). "Vivir esperando" que alguien nos ayude, nos tienda una mano, en fin, que haga algo por nosotros, nos adormece interior y exteriormente y nos vuelve espectadores de nuestra propia vida.
Un Maestro de la humanidad decía que somos lo que pensamos. Nuestra vida es el reflejo de nuestros pensamientos. Si queremos saber porqué vivimos de esta manera y no de otra, cabría preguntarse: ¿Qué pensamientos habitan en mi mente? ¿De dónde vienen? ¿Yo los elijo o son ellos los que me eligen?. La mayoría de nuestros pensamientos vienen de "afuera" de nosotros, los hemos recibido del medio en el que vivimos o de nuestra herencia, pero de una cosa somos responsables y es de darles calidad. La calidad de los pensamientos depende del grado de conciencia del individuo. Se podría decir que el adelanto de los pueblos se mide por la calidad de los pensamientos de sus habitantes.
Muchas veces ignoramos la fuerza negativa o positiva con que impregnamos a nuestros pensamientos: "No puedo", "no me sale", "me es muy difícil", "no tengo las condiciones", son algunos pensamientos negativos con los que nos limitamos en la vida. Por ejemplo, si me digo a mi misma: "no puedo hacer esto o aquello" con el tiempo me daré cuenta que realmente no podré hacerlo; pero si cambio mi manera de pensar y me digo: "realmente quiero hacerlo, no se cómo, pero ¡lo haré!, esta actitud me lleva a buscar nuevas posibilidades hasta conseguir lo que realmente quiero plasmar.
La negatividad de los pensamientos también se expresa en algunas ideas populares como lo son las supersticiones y las profecías, que cuando son alimentadas por nuestros pensamientos cobran vida y, muchas veces, tienen la suficiente energía que llegan a realizarse.
También existen muchas ideas "novedosas" que deambulan por el mundo y que alimentadas por nuestra ignorancia se posesionan de nuestras mentes cuando no vivimos atentos, despiertos, surgiendo el miedo a lo desconocido, a lo nuevo. Este hecho nos lleva a creer y por lo tanto a vivir, historias viejas que ya fueron vividas por la humanidad hace mucho tiempo, pero que cada cierto tiempo se vuelven a repetir como las modas que se ven en la actualidad, en la forma de vestir, de pensar.
Esperar que algo pase, que algo en el exterior se realice, que alguien me arregle o desarregle la vida, es una tendencia natural de una mente como la nuestra. Esta tendencia nos trae atraso, nos limita como humanos, y nos llena de pasividad y conformismo.
Asumir la responsabilidad de vivir es empezar a resolver nuestras dificultades del cotidiano vivir sin esperar condiciones especiales para ello, volcando la mirada hacia el interior de uno mismo, para encontrar allí las respuestas verdaderas que mi ser necesita para ser lo que realmente soy: Un Ser Humano.

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