de la energía entrando a través de la punta de nuestros dedos
y corriendo por cada uno de nuestros impulsos nerviosos
del agua que nos libera del peso de nuestros cuerpos
y a su paso se lleva los complejos y prejuicios
de los golpes sujestivos de la lluvia en la espalda, en el rostro
del contacto suave, dulce y místico mientras asumimos el placer sin vergüenza ni orgullo
de la tibieza de mis labios como si besaran y fueran besados por última vez
de mis senos sensibles y sin presiones
de la danza de nuestros corazones latiendo a ritmos adecuados
de mi vientre y mis caderas respondiendo sincrónicamente al movimiento
de la luz penetrando en mis pupilas y advirtiéndome tímidamente que nuestra noche difícilmente se repetirá y que es ahora el momento perfecto
que es este el instante que nos pertenece que es este nuestro ahora imperturbable.
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